sábado, 26 de diciembre de 2009

SHOEI IMAMURA.- BIOGRAFIA

Tokyo, 1926-2006

Contemporáneo del Nouvelle Vague, aunque jamás formó parte de ella. Ganó en dos ocasiones la Palma de Oro en el Festival de Cannes con la fantástica Balada de Narayama (1983) y La Anguila (1997). Apasionado del comportamiento humano. Imamura ha dicho que quería hacer películas auténticamente humanas, japonesas, inmediatas. Rechaza lo cinematográficamente pulcro.

El auténtico Japón de Imamura.- Una de las ideas de Imamura (compartida con Yuzo Kawashima) es que hay dos Japones. Uno es la versión oficial: teatro noh, ceremonia del té, directores como Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu - con su serenidad taoísta -, el último Kurosawa, junto con las virtudes aprobadas por la clase alta de la fidelidad y la devoción. Completa la imagen una mujer tristemente sumisa y probablemente vestida con kimono. Esta es la versión que ven los extranjeros, la que se exporta, y el modo en el que quizá a la sociedad japonesa le gusta verse a sí misma. Sin embargo, existe otro Japón para Imamura, “el auténtico” que es el que (como Kawashima) quería retratar. Pertenecientes a las clases bajas de la población, a minorías marginadas o desfavorecidas, sus personajes viven arraigados a sus instintos primarios tan arraigados que la civilización no ha conseguido moldear o erradicar. Imamura retrata a gentes de clase baja que no conocen el significado de la fidelidad. Son abiertamente naturales, incluso poco civilizados, egoístas, ambiciosos e incluso amorales.
Imamura y la mujer.- Decía “Las mujeres auto sacrificadas como las protagonistas de Naruse en Nube Flotantes y de Mizoguchi en Vida de Oharu, Mujer Galante, no existen en la realidad. Sus protagonistas eran mujeres “de la vida real”. Imamura dijo “Me interesa la relación entre la parte baja del cuerpo humano y la parte baja de la estructura social sobre la que se apoya la realidad de la vida diaria de Japón”. La mujeres de Imamura son todas supervivientes.

Sus inicios- Hijo de un renombrado médico, Imamura nació en Tokio en 1926, estudió en los colegios más elitistas de su país, un mundo de privilegiados del que se alejó cuando fue adulto en un proceso paralelo a su interés por las contradicciones históricas de Japón.
Tras estudiar Historia en la Universidad de Waseda, en Tokio, tuvo algún acercamiento al mundo del teatro, pero poco después, en 1951, entró en la empresa cinematográfica Shochiku Co.
Comenzó a trabajar en el cine como ayudante de dirección en tres de las películas del legendario Yasujiro Ozu, con el que mantuvo una relación de amor-odio y a quien criticaba por "anular el alma de los actores", consecuencia de su dirección fría. Bajo la tutela de Ozu aprendió que tipo de películas no quería hacer: la celebración de la versión oficial, el mundo sereno e irreal de la estética tradicional japonesa.


Su obra.- Imamura deja una filmografía de más de 20 largometrajes, equiparable a la de cineastas clásicos japoneses como su maestro Ozu, Akira Kurosawa -a quien admiraba profundamente-, y Kenji Mizoguchi.
La mayoría de sus cintas son de ficción, aunque también hizo cine documental, en el que se revela claramente su acercamiento antropológico a los temas, como es el caso de la poética La Balada de Narayama, de la que hizo una primera versión en 1958.
En este filme muestra de forma brutal y natural la tradición de un pueblo japonés en el siglo XIX que sobrevive a los rigores del frío y la penuria, situaciones extremas que llevan a sus habitantes a trasladar a los vecinos mayores de 70 años a la cercana montaña de Narayama para dejarlos morir allí desasistidos.
Realizó sus películas entre 1958 y 2002, aunque casi ninguna de su primera época ha sido estrenada en las pantallas comerciales. Su debut se produjo simultáneamente con el renacimiento de la nueva cinematografía nacional nipona, conocida como "la nueva ola japonesa", aunque sus compañeros de generación se dedicaron a un cine políticamente más comprometido.
El drama social de Deseos robados (1958) fue su primera obra como director y en ella afronta de manera expresionista y caricaturesca los mitos de la sociedad japonesa. A ella le siguió Mi segundo hermano y La mujer insecto (1963), que le dieron fama internacional.
En Deseo pecaminoso (1964) reflejó la vida diaria de mujeres pobres y sin estudios que, para sobrevivir, recurren a la prostitución para sobrevivir, mientras que en la sátira Cerdos y acorazados (1961) retrataba el ingenio y la energía de la gente común.
Como ha sido habitual en las últimas generaciones de realizadores japoneses, Imamura hizo incursiones en el sector de películas porno -porno blando en su caso-, experiencia que le sirvió para hacer la comedia Los pornógrafos (1966), donde cuenta los problemas de un director de este género, entonces ilegal en Japón.
Su condición de maestro del cine no le valió en su patria, ya que su productora se arruinó tras financiar Lluvia negra (1989), un fino análisis que con exactitud entomológica estudia los efectos de la radiación nuclear en un pueblo cercano a la ciudad japonesa de Hiroshima, destrozada con la bomba atómica lanzada por Estados Unidos al final de la II Guerra Mundial, y tardó ocho años en volver a dirigir.
Cuando regresó al cine realizó La anguila, una parábola reveladora de la conducta diferente de los hombres y en la que se relata la historia de un oficinista que mató a su esposa en un arrebato de celos, que aprende a relacionarse con otras personas tras rescatar a una joven que intenta suicidarse y que tiene como única compañía a una anguila. En La anguila -al igual que en Doctor Akagi (1998), en la que rendía homenaje a su padre al tratar con una mirada comprensiva y dura la medicina y sus formas de ejercerla- el cineasta japonés aborda personajes comunes en permanente situación de inestabilidad.
En los años en que estuvo apartado del cine se dedicó a la enseñanza, otra de sus pasiones, que vio satisfecha cuando en 1975 abrió una escuela de televisión y de cine, que actualmente es la más prestigiosa de Japón y en la que se han formado muchos de los actuales realizadores como el controvertido Takashi Miike, quien comenzó siendo su ayudante de dirección.

Su última aportación al mundo del celuloide fue 11-09-01 (2002). La idea es la siguiente. Hacer 11 cortometrajes de una duración exacta de 11' 9" y 1 fotograma, en el que, con temática libre, se tratara el tema del siglo Sobre ella comentó: "Todos hemos perdido a algún familiar durante la II Guerra Mundial. Yo mismo perdí a un hermano en el mar de Tianjin. Japón cometió abusos de poder y sufrió la bomba atómica. Pretendía describir esa sensación de supremo despertar que nos permite aceptar las tragedias vinculadas a una conflagración". En su habitual estilo lleno de imaginación y lirismo con algún toque de humor, cuenta como un soldado japonés vuelve traumatizado de la II Guerra Mundial creyéndose una serpiente. Se trata de una metáfora de los horrores de la guerra, y una declaración contra todo dogmatismo que justifique y utilice la violencia para defender cualquier doctrina. Para mi gusto, el mejor de la película.

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